miércoles, 30 de noviembre de 2011

CÁMARA DE SEGURIDAD


     Se apretó fuertemente contra el cuerpo de su casi desconocido amante, sintiendo el sexo henchido de él contra el suyo. Se refregaba bien por que sabía que lo estaba poniendo al límite y eso era lo que ella quería.

-               Vamos más allá. -Jadeaba él. -La cámara de seguridad nos está grabando.

-          No importa, ven, házmelo.

     La pasión los arrebató y siguieron a sus instintos.

     El vigilante, giró el asiento, y miró sin ver las otras pantallas que controlaba. Una lágrima de rabia e impotencia resbalaba por su mejilla.

     Ya había pasado por esto muchas otras veces. Tocó su arma reglamentaria. Aunque ya hiciera tanto tiempo que su ex – novia y el lo habían dejado, aún hay cosas que siguen doliendo.

     - Cualquier día salgo de aquí y la mato.


GALGO

    Dedicado a Tania, y a los creen como yo, que los animales también tienen derechos.


GALGO



     Si he servido bien a mi amo y siempre le he sido fiel. Si no le he pedido casi ni el trozo de pan y el balde de agua con el que me han alimentado siempre. ¿Por qué merezco esta suerte?

     Ya no soy ni tan fuerte ni tan ágil como antes, pero aún sirvo.

     El lazo que me oprime el cuello y me eleva sobre el suelo me hace mucho daño. Se lo quiero decir con mis ojos, que ahora se desorbitan, pero no sirve de nada.

     Con total indiferencia se aleja de mí con sus otros perros. Ellos si me miran pero con un tirón en el collar les obligan a seguir. Recuerdo cuando era uno entre ellos.

     Esto es lo que se llama, morir como un perro.






martes, 29 de noviembre de 2011

UN POCO PRONTO


Todavía no había pasado un año y ya había comenzado una nueva relación.

     El hijo mayor no comentó nada al saberlo. El silencio es muy expresivo a veces.

     El hijo mediano le alentó pero le hizo preguntas para asegurarse de que era una mujer que le conviniese.

     La pequeña sintió un pequeño dardo ardiente y algo de humedad en la mejilla. Le comentó que era un poco pronto.

     No. No es un poco pronto cuando el tiempo no nos suma, nos resta. Cuando tienes más de setenta años y cada tarde de soledad es un año entero para un viudo.

PALACIO


     Ella era su princesa y a costa de sacrificios le construyó un palacio.

     Cuando la vejez se cernió sobre ellos y la ruina sobre la casa, le ofrecieron buenos tratos pero decidió no venderlo. Era el único hogar que habían tenido ambos.

     Pensó que en su reinado mágico todo se arreglaría solo. La pintura, el jardín perdido, las averías y los destrozos. Y que las enfermedades acabarían curándose.

     Falleció ella en la miseria, como reina en el destierro. Murió él también de la misma forma pasado un tiempo.

     El palacio cayó con ellos, convirtiéndose en mausoleo. Lo vendieron sus herederos haciendo de la tumba dinero.

     Quien vivió pobre para morir  rico, cien veces será borrico.




SERVICIO MILITAR


     Se había ido a la mili.

-          Ya verás querido, volverás hecho un hombre.

     Le había dicho su madre en el andén. Aunque un par de lágrimas traicionaban sus palabras.

-          Un año pasa pronto decía su padre. 

    Aunque sabía por experiencia que ese año nunca pasa.

-          Se buen chico, decía su hermano mayor.

     Pues sabía que de nada valía rebelarse.

     Pero el año no pasó pronto, aunque fue un buen chico; y no volvió hecho un hombre.

     El año se convirtió en tres años de tratamiento por que un día los nervios le estallaron, y volvió a casa hecho un zombi por culpa de la medicación.

viernes, 25 de noviembre de 2011

LA COLONIA

A todas las victimas de violencia doméstica (hombres , mujeres y niños), en el día dedicado a ellos.


LA COLONIA

     Probó todas hasta que encontró una adecuada al gusto de su hombre y a su presupuesto, y no fue fácil. Lo consiguió en la última perfumería cuando estaban a punto de cerrar.

     Llegó ilusionada a su casa. Él la estaba esperando con gesto malhumorado.

-          ¿Qué horas son estás de llegar?

     No podía decirle nada, ¿Qué clase de sorpresa de navidad sería si no?

     Ella se acercó a él murmurando una excusa.

    -  Perdí el autobús y vine andando.

     Él, sin mediar palabra la propinó un bofetón que la hizo caer al suelo.

-          Hueles a hombre. ¡Puta!

    Cuando se miró al espejo al día siguiente, tapó con maquillaje su ojo morado, se puso las gafas de sol y salió a la calle. 

     Abrió el contenedor, situado junto a la parada. Arrojó la colonia bien envuelta en papel de regalo y con su lazo rojo. Luego se subió al autobús, como todos los días.

                                                 

TEATRO


     Antes de comenzar la obra y mientras los cómicos interactúan con el público, la mujer se levanta de su asiento y le dice discretamente a su marido:

-          Voy un momento al baño.

     La pareja de amigos, le hacen hueco para que salga.

     El hombre, sentado dos filas más atrás también se incorpora. No le dice nada a su mujer. Ella ya imagina.

     Cuando se cruzan en el pasillo, el roce de sus dedos es apenas perceptible, pero les produce una oleada de calor.

     En un rincón del hall, a salvo de miradas, el beso es profundo y caliente. Ella le pasa una notita cuando unen sus manos al despedirse.

     Ella va al baño y vuelve a la fila con su pareja, le saluda con un besito y entrelazan las manos.

     Él lee la nota mientras consume un cigarrillo, fuma, a pesar de haber dejado el tabaco y se demora un poquito más.

-          “Mañana donde siempre”.

     Vuelve a la fila, su pareja frunce el ceño cuando va a besarla:

-          ¿No lo habías dejado?
     Se apagan las luces, la representación continua

DESEO


     Aún le veo muchas veces en mis sueños, igual de guapo, igual de joven. Yo también lo soy. Me mira a los ojos, sé lo que ansia y mi cuerpo vuelve a arder en deseos. Luego me despierto y llega la realidad cotidiana, amo a mi marido, él es el único al que deseo.

     Hace un tiempo le vi por la calle, casi chocamos el uno con el otro. Nos saludamos, hablamos durante un rato, cosas sobre nuestra vida. Entonces sentí el deseo, el otro deseo. El de restregarle mi vida, mis hijos, el deseo de mostrarle aquella vida que perdió conmigo y no logró con otra.

     Mi vida tan normal, feliz y próspera. Así vería la suya tal y como era, reflejada en el revés de mi espejo. Solitaria, infeliz, rayana en lo marginal.

     Caí en la tentación, lo hice.  ¿Deseo de venganza? Seguramente.


LA CAJA BLANCA


     Es la segunda vez en mi vida que hago una cosa igual. Me levantan muy temprano. Me adecentan la ropa, llevo los zapatos muy relimpios pero eso no esconde lo gastados que están. Para el agujero de la suela ponen un cartón y un poco de tela para el relleno, por que me están grandes, eran de otro niño al que se le quedaron pequeños.

     En casa estos días se llora mucho, contrasta con la alegría general por que la guerra, que es una cosa muy mala ya se ha acabado. Por la radio hemos oído el discurso:  

      (…) Acabaron, pues, los días fáciles y frívolos, en que sólo se vivía para el presente”(...)”

     Lo lee un señor de voz gangosa que según dicen es el que ahora manda más que nadie.

     Todos visten de negro. Vamos a la iglesia, el cura dice una misa muy triste y mi madre está deshecha por la pena.

     Después todos vamos detrás de una caja blanca. Yo voy detrás de mi abuela de la mano de mi tío  Benjamín.

-          Esto es como lo de Manolín ¿verdad?

     Mi tío asiente con la cabeza pero no dice nada. 

     Llegamos al cementerio. Allí veo como desciende la cajita, echo un puñado de tierra, me acuerdo de Emilito y de su media vocecita.

-          Uan, Uan, ven, jugá.  (Juan, ven a jugar).

     De  pronto a mis siete años, tomo conciencia de que no voy a volver a verlo y se me llenan los ojos de lágrimas.

LA VECINA DEL TERCERO


          A Yolanda su marido le comenta

 – “ Ahora me cruzo todos los días en el ascensor con la vecina del tercero. Es muy maja, y no tiene mal tipo. Para su edad, quiero decir.

     Pues a mi siempre me ha caído mal, le dice mientras mete al bebé en su cunita. - Y el caso es que no tengo ninguna razón.

     Ahora, unos meses después. Desde que los pilló sin que la vieran mientras se acostaban en su propia cama, sabe que tenía razones para odiarla.

EL MOMENTO


     El hombre y la mujer están solos, sentados en el sofá, la copa grande de brandy en las manos finas de ella.  El  Chivas en el vaso ancho con hielo, encima de la mesita.  La luz suave, la música melódica.

     Ella viste un vestido negro ajustado y lleva zapatos de tacón, se huele el deseo. Se hablan, la noche sabe a comienzo, el ambiente es propicio para iniciar una relación con parada en el dormitorio.

     Él habla, están muy cerca el uno del otro, ella casi envuelve el cuerpo de él con el suyo, es el momento del beso.

     Pero no sucede nada. El momento  pasa y ella envuelta en su propio deseo, dice.

-          Es tarde ya, tengo que irme.

LO SÉ


     ¿Acaso creen que no lo sé?  Yo no me encuentro bien ya nunca. No puedo trabajar, una lesión en la espalda me lo impide. No tengo ganas de nada, ni siquiera de hacer feliz a mi esposo en la cama.  Y eso que él es quien se encarga de hacer la comida, las tareas de la casa, recoger a la niña del colegio, todo, absolutamente todo, hasta el pan lo va a comprar él.
     Por eso finjo, y no veo nada, no huelo al perfume de mujer que se le impregna en la ropa, siempre el mismo, y tampoco pongo en duda sus horas extra, ni sus cenas de compañeros, ni sus viajes de trabajo. Sé que ella también está casada, sé hasta su nombre, pero así es mejor, que nada cambie, que todo siga igual.

EN EL COCHE


     Él no me gustaba, aunque yo sabía que  estaba por mí. Un día volvíamos en su coche, escuchábamos música. 

     De repente me sentí a gusto. Me di cuenta que la vida se podría parar indefinidamente en ese instante en un bucle infinito.  Me sentí, como  en mi hogar, descubrí que podría pasar el resto de mi vida junto a él.

EL VIEJO AMOR


¿Cuántos años que no le veía?  Físicamente, apenas habíamos cambiado.

-          ¡Hola! ¿qué tal?

-          Bien, muy bien.

     Cuan importantes fuimos el uno para el otro, hacía ya tanto tiempo.

     No quedaba ya ni siquiera el resentimiento, ni las mariposas del estómago, ellas fueron volando al cielo, el resentimiento se deslizó calle abajo con la lluvia.

-          Adiós.

-          Adiós.

     Ni siquiera hasta luego.

EL VIAJE


     Conseguí el dinero y el salvoconducto para ir a Gijón. Iba dispuesta a todo. Llenarle de reproches e insultos por abandonarnos a mí y a sus hijos para irse a jugar a los espías durante más de tres  años.

    Sola. Al comenzar murió uno, al finalizar la guerra el otro, y a punto estuvo el tercero por el hambre y el dormir en el suelo, tapados solo con mi abrigo.

     Me abrió la puerta su barragana. Tenía mejor aspecto que yo, con mi delgadez y mi ropa raída. Él no estaba.

-          Soy su esposa. – Dije.

     Me quiso cerrar la puerta en las narices.

-          ¡Zorra, putón!

Me pegué con ella...

     A él nunca lo volví a ver. Mi hijo fue a verle vestido de comunión, y dijo no conocerle.  Le mataron en los servicios del mercado donde trabajaba con nombre falso.

     No me dolió su muerte. Tampoco me alegré.




ATROPELLO


     Le había visto ya muchas veces antes, y siempre la tentación, las ganas.

      Tenía la ocasión, y tenía el instrumento. Yo soy una persona de bien, pero él no puede ir por la vida jactándose de sus fechorías, amenazando con repetirlas, presumiendo de que si le gusta una chica, se acuesta con ella, quiera la chica o no, y que si no accede por las buenas le puede pasar como a la otra. ¿Cómo puede quedar impune alguien capaz de quemar viva a otra persona?

     Es por eso que lo hice, para que las demás estén a salvo.  Como en la canción... “La calle desierta (….) Un coche sin luces (…) un golpe certero.
     Me di a la fuga, matar a alguien con el coche es fácil.

LA PAREJA


     Siendo tan diferentes, chocando a menudo. Pero basta una canción de amor, alguna vieja foto, y al volver a casa  se encienden los ojos con el brillo ilusionado, revuelan mariposas al mirarlo.

     Luego otra vez la rutina, los niños, la economía y el trabajo, las discusiones, los silencios, los enfados, los problemas……

     Pero solo con una canción y volver a mirarlo…

jueves, 24 de noviembre de 2011

NORMAL


     Soy un hombre corriente, me voy de viaje de trabajo.  Un beso, mi  esposa me despide en el aeropuerto.

     Soy un Dios, una ciudad desconocida, el terror en los ojos de mis víctimas. 

     De vuelta a mi hogar, mi  esposa, un beso, de nuevo me aletargo.