¿Acaso creen que no lo sé? Yo no me encuentro bien ya nunca. No puedo
trabajar, una lesión en la espalda me lo impide. No tengo ganas de nada, ni
siquiera de hacer feliz a mi esposo en la cama.
Y eso que él es quien se encarga de hacer la comida, las tareas de la
casa, recoger a la niña del colegio, todo, absolutamente todo, hasta el pan lo
va a comprar él.
Por eso finjo, y no veo nada, no huelo al perfume de mujer que
se le impregna en la ropa, siempre el mismo, y tampoco pongo en duda sus horas
extra, ni sus cenas de compañeros, ni sus viajes de trabajo. Sé que ella
también está casada, sé hasta su nombre, pero así es mejor, que nada cambie,
que todo siga igual.
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