¿Cuántos años
que no le veía? Físicamente, apenas
habíamos cambiado.
-
¡Hola!
¿qué tal?
-
Bien,
muy bien.
Cuan importantes fuimos el uno para el
otro, hacía ya tanto tiempo.
No quedaba ya ni siquiera el
resentimiento, ni las mariposas del estómago, ellas fueron volando al cielo, el
resentimiento se deslizó calle abajo con la lluvia.
-
Adiós.
-
Adiós.
Ni siquiera hasta luego.
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