Aún le
veo muchas veces en mis sueños, igual de guapo, igual de joven. Yo también lo
soy. Me mira a los ojos, sé lo que ansia y mi cuerpo vuelve a arder en deseos.
Luego me despierto y llega la realidad cotidiana, amo a mi marido, él es el
único al que deseo.
Hace un
tiempo le vi por la calle, casi chocamos el uno con el otro. Nos saludamos,
hablamos durante un rato, cosas sobre nuestra vida. Entonces sentí el deseo, el
otro deseo. El de restregarle mi vida, mis hijos, el deseo de mostrarle aquella
vida que perdió conmigo y no logró con otra.
Mi vida
tan normal, feliz y próspera. Así vería la suya tal y como era, reflejada en el
revés de mi espejo. Solitaria, infeliz, rayana en lo marginal.
Caí en la
tentación, lo hice. ¿Deseo de venganza?
Seguramente.
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