LA COLONIA
Probó todas
hasta que encontró una adecuada al gusto de su hombre y a su presupuesto, y no
fue fácil. Lo consiguió en la última perfumería cuando estaban a punto de
cerrar.
Llegó ilusionada a su casa. Él la estaba
esperando con gesto malhumorado.
-
¿Qué
horas son estás de llegar?
No podía decirle nada, ¿Qué clase de
sorpresa de navidad sería si no?
Ella se acercó a él murmurando una excusa.
-
Perdí el autobús y vine andando.
Él, sin mediar palabra la propinó un bofetón
que la hizo caer al suelo.
-
Hueles
a hombre. ¡Puta!
Cuando se miró al espejo al día siguiente,
tapó con maquillaje su ojo morado, se puso las gafas de sol y salió a la
calle.
Abrió el contenedor, situado junto a la parada.
Arrojó la colonia bien envuelta en papel de regalo y con su lazo rojo. Luego se subió al autobús,
como todos los días.
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